HONESTIDAD

Una mirada sistémica para el ejercicio empresarial

Por: José Miguel Obando – Diciembre 2020

La honestidad según Sócrates (Siglo V AC) se devela, en forma simple en distintas referencias, como la virtud o cualidad propia de los seres humanos asociada ésta con principios como la verdad, la justicia, la integridad entre otros. Se puede deducir por ejemplo que la corrupción, el delito y la falta de ética se constituyen entonces como sus antónimos. ¿Se enseña o se es intrínsecamente honesto o no al nacer? No fue resuelto esto por el filósofo no obstante queda claro que se manifiesta a través de la conducta o acciones de un individuo en su transitar por la vida.

Mucho más adelante en el tiempo podemos referir a Kant (Siglo XVIII) quien se funda en un pensamiento estrictamente racional para exponer sus argumentos. Sin ahondar mayormente y de forma sintética para mantener el foco en lo que se expresa en este artículo, Kant desarrolla el concepto del deber ser,  que se manifiesta en definitiva en la voluntad autónoma de un individuo para cometer una acción.

Como ejemplo, si se actúa por temor y no por respeto al deber ser implícito o establecido en el ámbito de acción de un individuo, entonces no se es honesto. Por el contrario, aquel que actúa de acuerdo con la buena voluntad y conforme con el deber ser establecido, puede ser considerado honesto.

En cualquier caso y extendiéndose a revisar análisis y desarrollos posteriores hasta este siglo XXI, incluso en el ámbito de la psicología moderna, siempre recae sobre el individuo y su acción (Sócrates) o voluntad (Kant) la calificación de honesto.

Ahora, desde el momento que un individuo se relaciona con otro, y en mayor escala, con un conjunto de otros individuos entonces la calificación de honestidad presente en el conjunto pasa a constituirse en un valor complejo en cuanto a su determinación y/o evaluación. La honestidad como valor intrínseco de una organización o empresa es del caso a analizar aquí.

Sin ahondar mayormente parece del todo claro que un método basado en la medición de honestidad sobre cada individuo para determinar si el conjunto, ahora empresa, es o no honesto no es conducente para establecer ese valor. Cada individuo es distinto en sus conductas, valores, principios, etc. y a su vez algunos de sus atributos son cambiantes en el tiempo. Por lo anterior si se llegase a establecer en algún momento un indicador de honestidad de una empresa bajo un método basado en el análisis de los individuos, lo más probable que en instantes posteriores cambie. El resultado no es estable en el tiempo ya que sigue dependiendo de cada miembro de la empresa. En definitiva en la práctica se converge a establecer lazos de confianza de parte de la empresa sobre los individuos la cual se construye sobre base empírica y caduca simplemente cuando deja de existir. Esto último es parte de nuestra cultura, pero nuevamente, opera hasta que se pierde.

Como sea que se construya la evaluación sobre la honestidad de uno o un conjunto de individuos por parte de una empresa ésta necesariamente calificará como una medición ex-ante.

En el otro extremo del campo de acciones posibles que pretenden establecer la honestidad se sitúa la metodología coercitiva. Esta se basa en imponer sobre la organización un conjunto propio, muchas veces innumerable, de normas, procedimientos, protocolos, instructivos, reglas, etc. sin descartar el equivalente deducido del marco regulatorio del estado (leyes) y de estamentos supervisores (como ejemplos CMF, Contraloría, Códigos sectoriales, etc.) los cuales establecen las penas del infierno para los trasgresores. Podríamos estar tentados en colegir que si cumplimos las reglas: somos honestos.

En la práctica el establecimiento de preceptos coercitivos, en forma natural, tiene efectos reales ex-post. Solamente cuando no cumplimos las reglas y además se nos sorprende entonces somos deshonestos.

Queda entonces un espacio no cubierto a resolver en cuanto al establecimiento de la honestidad en el ejercicio de una empresa, ya sea por sus individuos como del conjunto, que tenga validez estable en el tiempo y se pueda demostrar. Lo anterior sin dejar de lado la aplicación de los extremos antes referidos.

Dado lo anterior una propuesta práctica consiste en cambiar la mirada o mejor dicho cambiar la perspectiva sobre la relación Empresa – Honestidad. Esta es, proyectar la empresa como un todo, como un sistema integral, el cual se interrelaciona en su interior de múltiples maneras y de forma compleja. Un esquema parcial y muy resumido que da cuenta de la dinámica empresarial lo expresaremos en forma lineal, para los efectos de este análisis, sobre tres grandes bloques: Visión (Como elemento que define la Ruta: ¿Qué queremos para el futuro?, ¿Cómo llegaremos?), El Ejercicio Empresarial propiamente tal y finalmente los Resultados, entendiendo éstos como el producto entregado ya sea en bienes comercializables o servicios prestados.

En la administración moderna, hace algunas décadas ya, se han incorporado una serie de elementos complementarios al ejercicio productivo mismo y que buscaban en su establecimiento original optimizar el negocio y maximizar su rentabilidad, centrado ello en los intereses del propietario o sus accionistas. Así se aplicaba el “medir” el ejercicio y sus resultados desde el punto de vista de la producción, establecer “metas” con miras a la rentabilidad y “controlar” el todo en base a criterios financiero – contables y comerciales.

En el último tiempo y con bastante énfasis se ha ido ampliando la cobertura de estos elementos al interior de las empresas. Es así como hoy día están presentes en el ejercicio empresarial aspectos tales como el clima laboral, el impacto ambiental, calidad del servicio, sustentabilidad, continuidad del negocio, análisis de riesgos, cumplimiento normativo, responsabilidad social, relacionamiento con stakeholders entre muchos otros, los cuales se han instalado como el “deber ser y ejercer” de una empresa bajo administración moderna.

Es así entonces que el establecimiento de parámetros, factores e indicadores que se consideran necesarios para analizar o valorar una organización, ya sea como información interna o para exponer a terceros, pasa a tomar un rol relevante en el ejercicio de ésta.

La condición de honestidad de los individuos, bajo cualquier método de evaluación, es condición necesaria pero no suficiente para garantizar la expansión de este valor en la empresa. El conjunto de marcos regulatorios, siendo necesarios, tampoco son suficiente para dar garantías de expansión.

Una mirada y el consecuente análisis sobre el ente empresa a nivel de sistema, como un todo y sus partes, es la clave para intentar resolver el dilema. El objetivo de este artículo es establecer puntos de reflexión sobre distintas acciones presentes en cualquier empresa para luego de ello, y como consecuencia de ello, alcanzar niveles de ejercicio empresarial que no dependan exclusivamente de los individuos ni de las leyes que los regulan. El valor “Honestidad” en el ejercicio de un sistema (empresa) es mucho más amplio en su concepción que los habituales por todos conocidos y aplicables habitualmente sobre los individuos, tales como: verdad, ética, justo y/o íntegro.

En un intento por demostrar esto último podemos ilustrar en base a atributos, conceptos y acciones el cómo una empresa, bajo un análisis sistémico, puede evaluar y demostrar en definitiva en qué estado se encuentra y si ello es aceptable tanto internamente como para su entorno.

Siguiendo el esquema antes presentado el primer paso clave a develar en nuestro ejercicio es la Visión. Debe ser honesta en su concepción ya que como veremos impacta seriamente en todo el andamiaje. Si la visión no pasa de ser un deseo o peor aún una ambición no sustentable entonces será muy difícil exigir al Ejercicio Empresarial y sus Resultados el cumplimiento en el tiempo de la Visión planteada.

Por su parte el Ejercicio Empresarial involucra a la totalidad de la empresa, esto es personas y activos tangibles (equipos, instalaciones, sistemas, Plataformas TI, etc.) e intangibles (valor de marca, propiedad intelectual, bases de datos, royalties, relacionamiento, etc.) y aquí podemos listar algunos atributos deseados dentro del “deber ser y ejecutar”:

  • Ejercer sobre la base de información válida
  • Ejercer sobre la base de compartir el conocimiento
  • Revelar costos reales
  • Revelar retornos e ingresos reales

Hay muchos atributos posibles no obstante baste plantearse si alguno de los mínimos anteriores listados no sea honesto tanto en cómo se configuran, así como en la voluntad y en las acciones derivadas de parte del ejercicio empresarial, para imaginar sus consecuencias en la organización. Podremos concluir el impacto que esto tendría, por ejemplo, en los activos de la organización. Ejemplos en los últimos tiempos hay de sobra. Aquí hay una observación no menor en cuanto a que indistintamente los individuos, los sistemas, plataformas o equipos están expuestos a “no actuar” en forma honesta como resultado final.

Y así sucesivamente, la Métrica o sistema de medición de variables y estados de los distintos procesos, los que podrían estar automatizados y digitalizados, debería entregar información coherente, auditable, íntegra, segura, permitir trazabilidad de ésta, etc. Si alguno de estos atributos falla o no está presente el impacto podría ser fatal, por ejemplo, como realimentación al Ejercicio Empresarial.

Las Metas deberían ser justas (con una mirada a los incentivos), reales, alcanzables, claras, informadas a todo nivel, etc. Metas no honestas podrían impactar seriamente en la disposición del Ejercicio Empresarial a nivel de los individuos (equipos de trabajo) y probablemente incluso a nivel de equipos y sistemas, por ejemplo, impacto en los activos por sobreexplotación u operación fuera de rangos admisibles.

Por último, dentro de este análisis sintético, ubicamos las acciones de Control. No pueden estar ajenas a la realidad de todos los sistemas involucrados, esto es deben considerarse tanto desde la visión correctiva como predictiva. Para ejercerlas se debe tener pleno “conocimiento de causa” sobre cada parte de la empresa y actuar en forma proactiva más que limitarse a ser una función recolectora y procesadora de información recibida. Como ejemplos las acciones de Control deberían cubrir, según sea aplicable, el análisis y seguimiento de los Riesgos, pronunciarse sobre los procesos de Mejora Continua, Auditar contable y financieramente, ejecutar test de Compliance, velar por estado de cumplimiento de Impactos Ambientales de iniciativas en curso, validar el procesamiento de las Metas, de la Métrica, de los Resultados, etc.

Si las acciones de Control no tienen la cobertura y estructura adecuada entonces las consecuencias se verán reflejadas a nivel del sistema global: la Empresa.

En resumen, la Honestidad en el Ejercicio Empresarial no depende de los individuos solamente ni de las regulaciones vigentes, depende de todo. Todo el accionar está relacionado y por muy mínimo que sea el enlace entre algunos componentes de la empresa, igualmente afectará o impactará en otra parte de ésta ya sea en el tiempo o en la ubicación (espacio). El nivel del impacto y sus consecuencias serán materia a tratar por la organización y las medidas a decidir tendrán buena chance de éxito si se cuenta con información certera.

Por ello la mirada sistémica aplicada desde lo micro a lo macro es una opción que permite obtener la información deseada y bajo el análisis solicitado por la empresa de una manera también honesta.